Para Salas Cañizares (al centro, con gafas y arma) asaltar periódicos no trasgredía la libertad de prensa, ni invadir la Universidad violaba la Autonomía de la casa de altos estudios. / Autor no identificado
Para Salas Cañizares (al centro, con gafas y arma) asaltar periódicos no trasgredía la libertad de prensa, ni invadir la Universidad violaba la Autonomía de la casa de altos estudios. / Autor no identificado

Batista se desencadena

El militar golpista se quita definitivamente la máscara de “demócrata” y viola desvergonzadamente los derechos de expresión y libertad de prensa, además de trasgredir artículos constitucionales y leyes 

Por PEDRO ANTONIO GARCÍA*


Arreciaba la persecución política del régimen batistiano contra la oposición. El miércoles 15 de junio de 1955 la prensa cubana se hacía eco de un delirante informe del coronel Conrado Carratalá al Tribunal de Urgencia de La Habana acerca de un plan terrorista auspiciado por el expresidente Carlos Prío. Según ese documento, elementos de distintas tendencias, usualmente enemigos entre sí, se habían puesto de acuerdo en la promoción de una sublevación en el país.

Lectores curtidos en las lides políticas calificaron de fabulesca la lista ofrecida por el alto oficial de la policía sobre las personalidades involucradas en el supuesto complot subversivo, pues aparecían, junto a figuras que sí consideraban la insurrección como una opción de lucha contra el batistato, personas de plano opuestas a la lucha armada y abogaban por la vía electoral.

Fidel denunció públicamente las arbitrariedades del régimen contra su persona y la persecución gubernamental contra su hermano Raúl. / Autor no identificado

Precisamente ese día el periódico La calle publicaba un artículo de Fidel Castro Ruz titulado “Lo que iba a decir y me prohibieron por segunda vez”, donde denunciaba las arbitrariedades del gobierno contra su persona, al impedirle por decreto su participación en cualquier espacio radial y televisivo: “Desearía saber qué se propone el señor Batista con su plan de acorralarme, de cerrarme todas las vías de comunicación con el pueblo, si es así como puede buscarse una solución cívica a la crisis cubana que, con esos métodos y con el asesinato como arma política se está volviendo trágica”.

A la mañana siguiente el director de ese rotativo, Luis Orlando Rodríguez fue detenido por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y conducido a la sede de ese cuerpo represivo. Horas después, ya en la noche, fuerzas policiales lideradas por su jefe, el brigadier Salas Cañizares, asaltaron el local del diario, incautaron la tirada y aprehendieron a tres empleados. El 17 de junio una resolución gubernamental ordenaba la clausura del periódico.

En su condición de abogado, Fidel se personó en el Tribunal de Urgencia y presentó una acusación contra los coroneles Del Río Chaviano y Carratalá, involucrados en un plan de asesinato a su hermano Raúl, a quien los militares acusaban de promover un movimiento insurreccional y de colocar un petardo en un cine. La inculpación era totalmente infantil: el día del petardo el joven estudiante se hallaba a más de 900 km de La Habana en casa de sus padres y de ello atestiguaban el jefe de la guardia rural del lugar y varios vecinos del entonces central Marcané.

Raúl en México

Raúl fue el primer perseguido político, tras la amnistía de mayo de 1955, en asilarse en una embajada y marchar al exilio. / Autor no identificado

La incesante persecución del régimen a Raúl causó en familiares y amigos el temor por su vida. Fidel habló con el profesor universitario y dirigente ortodoxo Raimundo Lazo para que intercediera con el entonces embajador mexicano Gilberto Bosque con el objetivo de asilar al joven estudiante en la sede diplomática azteca. El 18 de junio se produjo el ingreso del moncadista, quien partió hacia el país hermano el 24 de junio siguiente.

Uno de los primeros contactos realizados por él en el Distrito Federal sería con la exiliada cubana Eva Jiménez. A ella le informó la idea de Fidel de viajar a México para organizar una expedición con vistas a una insurrección popular contra la tiranía. Eva se comprometió a prestarle ayuda al M-26-7 en todo lo posible.

Con la cubana María Antonia González, al principio, no tuvo igual suerte. Cuando fue a verla no estaba en su apartamento. Ella llegó poco antes de la medianoche y lo invitó a pasar a su vivienda. Al poco rato llegaron unos revolucionarios exiliados; entre ellos, el médico Ernesto Guevara, a quien los cubanos ya llamaban Che.

Raúl recibió de inmediato la ayuda de María Antonia y de su esposo, el luchador Dick Medrano. Se mudó a un pequeño cuarto ubicado de un edificio de la calle Ramón Guzmán N° 6, donde también residía el luego expedicionaria del Granma Fernando Sánchez Amaya. El joven estudiante continuó haciendo contactos con compatriotas exiliados y preparando condiciones para, cuando llegara Fidel, proseguir los planes de una expedición encaminada a reiniciar la lucha armada contra el batistato.

El M-26-7 en provincias

En Cuba, Fidel no cesaba en su labor de organizar el M-26-7 en cada provincia e, incluso, en cada municipio del país. Citó en el apartamento de su hermana, en 23 y 20, en el vedado habanero, a los jóvenes ortodoxos camagüeyanos Calixto Morales, Cándido González y Raúl García Peláez a quienes encomendó estructurar el Movimiento en la tierra del Mayor, incorporando a los militantes más avanzados de la Juventud Ortodoxa, sin descuidar las captaciones de elementos valiosos de extintas organizaciones insurreccionales o sin afiliación política opuestas de manera vertical a la tiranía.

A Pepe Suárez le asignó esa misma tarea en la antigua provincia de Pinar del Río (la cual entonces incluía a Artemisa), en aquella época llamada Habana campo (hoy fundamentalmente la provincia de Mayabeque). Comisionó a Héctor Ravelo, Pablo Noriega, Noelio Capote, Tomás David Royo y a otros jóvenes con igual empeño.

El régimen, entretanto, no perdía ocasión y se pavoneaba de su aparato represivo: el 1º de julio reunió a la prensa, les habló del recién constituido BRAC (Buró de Represión de Actividades Comunistas), el cual, en realidad, funcionaba desde mayo último, tras el anuncio de su creación aparecido en la Gaceta Oficial en el propio mes. La razón verdadera de tanta fanfarria era un artículo de la periodista Enma Pérez en el que revelaba la vigilancia mantenida por la naciente institución a personalidades pertenecientes al Partido marxista que ya habían cortado todo vínculo con él, como ella misma.

Según se rumoraba en los corrillos intelectuales, igualmente figuraban en la lista negra del BRAC el entonces esposo de Enma, Carlos Montenegro, gran periodista y escritor; el dirigente ortodoxo Leonardo Fernández Sánchez, el corrector de prensa Carlos Franqui, el senador Raúl Lorenzo, el también periodista Agustín Tamargo y la cantante Celia Cruz. Menos la sonera, el resto de los anteriormente mencionados eran declarados opositores a la tiranía.

Por aquellos días la revista BOHEMIA realizaba una encuesta a destacados políticos sobre el anuncio del regreso a Cuba del expresidente Carlos Prío. El periodista Rodolfo Rodríguez Zaldívar acudió a Fidel y así saber su opinión. El jefe del M-26-7 aprovechó la ocasión y declaró públicamente: “Yo estoy haciendo la maleta para marcharme de Cuba, hasta el dinero del pasaporte he tenido que pedirlo prestado […] Volveremos cuando podamos traer a nuestro pueblo la libertad y el derecho a vivir decorosamente”.

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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Fuentes consultadas

Los libros La palabra empeñada, de Heberto Norman, y Tiempos precursores, de Mario Mencía. Textos periodísticos publicados en la revista BOHEMIA y los periódicos La Calle y Prensa Libre (junio-julio de 1955)

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