Foto. / Pastor Batista
Foto. / Pastor Batista

El Inder entre retoños

Pequeño acercamiento a una arista de profunda sensibilidad en el espectro del deporte y la recreación en Cuba


Tal vez muchas personas no lo sepan, pero es bueno que nadie lo desconozca. Entre las actividades que realiza el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), más allá del empeño diario en formar y preparar atletas en las distintas disciplinas, hay una vertiente de profunda sensibilidad: el trabajo en círculos infantiles.

Acerca de ello, profesores del Combinado Deportivo Julio Antonio Mella, de Sancti Spíritus, acumulan una rica experiencia.

Los encuentros propician un amenos diálogo e intercambio con los niños. / Pastor Batista

“Vamos sistemáticamente a círculos infantiles ubicados en nuestro radio de acción y realizamos diferentes actividades y juegos de participación con los niños –explica Eysbel Zulueta Echemendía, profesor de recreación. Hay que ver cómo se divierten saltando hacia el centro del aro, pasando dentro de él, corriendo, caminando como el cangrejo, imitando a otros animales, haciendo el trencito…”.

Riudelandy Gómez e Isdel del Valle, profesores de Cultura Física, agregan que “no solo los pequeñines gozan de lo lindo; hemos podido ver cómo además participan y se divierten las tías que los cuidan”.

Enmarcadas en unos 30 minutos, las prácticas dejan muchas veces provechosa enseñanza en los padres, no solo por el espacio que ese contacto abre para que ellos participen e interactúen, sino también para luego, en casa, sigan educando o creando habilidades en los niños, desde un prisma deportivo y recreativo.

Es muy bueno comenzar a desarrollar habilidades desde estas edades. / Pastor Batista
Instructivo, emocionante, saludable. / Pastor Batista

Observo a Eysbel, hablando constantemente, haciendo reír a los pequeñitos por medio de simpáticas ocurrencias, perdido también él en carcajadas, y pareciera su primera experiencia en el entorno de esas instituciones educativas.

Nada de eso. Lleva años y, según me cuenta (no hace falta que lo diga) cada vez lo disfruta más.

Muy parecido –en entrega, dedicación, amor– será el próximo intercambio, dentro de un rato, no con niños de corta edad, sino con ancianos que después de una vida entera trabajando, entregados ahora a un merecido descanso, tienen igualmente todo el derecho a una vejez tranquila, saludable, feliz.

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