A 150 años del primer juego de pelota registrado de manera oficial en Cuba se revivió la historia
Según narra una crónica publicada en el periódico El Artista, un equipo de La Habana apaleó a otro de Matanzas con pizarra de 51-9. Se trató del primer juego de béisbol registrado de manera oficial en Cuba, efectuado el 27 de diciembre de 1874.
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Mas, ¿cómo se llegó a aquel momento? Y, ¿qué ocurrió en 2024, un siglo y medio después?
Pues, vamos por partes. Según coinciden varios textos de historia, en 1864, dos hermanos, Ernesto y Nemesio Guilló, estudiantes habaneros procedentes de Alabama, Estados Unidos, introdujeron en la Isla el primer bate y pelota de béisbol.
Entre lo más importante, hay que destacar lo que representó el hecho de practicarlo en aquella época convulsa, en una Cuba bajo el dominio de España, nación negada a permitir tal pasión por un deporte que ellos no preferían.
La diferencia entre esa modalidad todavía rústica de béisbol, conocida en sus primeros años en Cuba como fongueo, y los deportes impuestos por los colonizadores, como por ejemplo las corridas de toros y las peleas de gallos, era precisamente que su preferencia por la gente fue un proceso natural, en una notable búsqueda de una identidad propia.
La limpieza, inteligencia y habilidad que acompañan al béisbol, acaparó rápidamente la atención de los cubanos, y poco a poco se extendió a todo el país.
No alcanzarían las páginas de esta revista para contar todas las historias, son muchas las anécdotas, los nombres y los caminos, pero podemos describir aquellos momentos iniciales como el comienzo de algo grande, aunque como sabemos, poco de eso se ha visto reflejado en la actualidad de nuestra pelota, que transita por un período de desaciertos en casa y constantes fracasos en la escena internacional.
Volver al Palmar de Junco
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En lo particular guardaba como tesoro en mi memoria el recuerdo, aun cercano en el tiempo, de lo que experimenté la tarde del 19 de octubre de 2021, día en el cual nuestro deporte nacional fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Junto a varios colegas reflexioné sobre el pasado, presente y futuro de la pelota. Caminé por el césped del icónico Palmar de Junco y visité el Salón de la Fama del Béisbol –no solo inmortaliza a figuras matanceras, sino de todo el país– ubicado en el interior de esa instalación, la más antigua de su tipo activa en el mundo.
Este 14 de diciembre tuve la dicha de regresar al recinto yumurino. Un par de días de homenaje con motivo de la singular fecha concluyeron allí, con un juego entre niños de la categoría 11-12 años, en el cual participaron dos equipos: Matanzas y La Habana, en honor a aquel histórico desafío de adultos efectuado un siglo y medio atrás.
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El triunfo fue otra vez para los visitantes. Entre lloviznas a intervalos en una tarde fresca, se cerró la pizarra final a favor de los vestidos de azul 6-3. Realmente, durante mi regreso a la capital, mientras se ponía el sol en el horizonte, entendí que sobre todas las cosas, ganó nuestro béisbol. ¡Y mucho que lo necesita!
Algo similar me comentó el doctor Félix Julio Alfonso, aun en plena grada del Palmar de Junco: “no debemos ser demasiado ambiciosos con la realización de esta actividad, sé que la pelota cubana no vive sus mejores años, pero al menos hemos incentivado la pasión y el amor por este deporte en los menores que han participado aquí”, dijo el destacado historiador, ensayista y profesor universitario.
Lo cierto es que se revivió la historia, en un recinto que parece desafiar el tiempo.
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La primera parte de esta jornada histórica se animó con presentaciones de libros e interesantes ponencias de especialistas, que tuvieron lugar en el Teatro Hart de la Biblioteca Nacional.
Se trató de un interesante espacio científico donde diversos especialistas repasaron la época. Los inicios de nuestro béisbol, personajes singulares, así como sus vínculos con otras geografías. Todo estuvo auspiciado por Cuba Foundation, una organización sin fines de lucro radicada en Nueva York y creada por el doctor Gustavo Arnaval.
José Martí
No podía cerrar estas líneas sin hacer mención al Apóstol. Él escribió: “los niños son la esperanza del mundo”. Y en estas fechas se robaron el show. Fueron una franja de luz en medio de la oscuridad.
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Quiero agregar que Martí vivió precisamente en la ciudad de Nueva York durante toda la década de los 80 del siglo XIX, la más importante metrópolis norteamericana que a su vez era el principal epicentro beisbolero de todo ese país.
Ello generó su interés por escribir sobre béisbol y presenciarlo, de lo cual da fe una foto publicada en la Revista BOHEMIA el 28 de enero de 1953, fecha del centenario del nacimiento del Héroe Nacional. En esa imagen, tomada en Long Island en 1880, aparece en las gradas junto a la niña María Mantilla.
José Martí, con esa visión extraordinaria y abarcadora, reconoció a este deporte y su importancia en la formación de la identidad cubana.
Hoy nos regocijamos con tanta historia, aunque quedamos a deber en lo referente a crecimiento y resultados. De todos modos, un cumpleaños siempre es motivo de fiesta. Y lo fue. Soplamos las velitas y pedimos un único deseo: progreso.
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