El legado de Alicia Alonso en su versión coreográfica de El lago de cisnes se advierte vital y perdurable, justo en el aniversario 70 de su estreno en La Habana por una compañía cubana
Reconocida como una de las piezas más célebres y admiradas de todas las épocas, El lago de los cisnes es un clásico que en sus múltiples versiones ha integrado el repertorio de prestigiosas agrupaciones del orbe.
Algunas fuentes señalan que no existen certezas precisas sobre el origen del argumento y a menudo se coincide en vincularlo con relatos de distintos autores que tomaron como eje central una antigua leyenda germana.
Esta famosa obra danzaría debutó en el Teatro Bolshoi de Moscú en marzo de 1877, coreografiada por el austriaco Julius Reisinger, entonces director del acreditado coliseo. Contó con la música del celebérrimo Piotr Ilich Chaikovski, quien a partir de esa partitura irrumpió en las composiciones para ballet. Pero la representación no alcanzó el éxito esperado; generó una oleada de críticas desfavorables y luego de una veintena de presentaciones fue retirada del repertorio.
Aquel descalabro escénico decepcionó a tal punto al músico que solo lustros después volvió a componer para el arte de las puntas y compases, a insistencia del bailarín y coreógrafo galo Marius Petipa y su discípulo, el bailarín ruso Lev Ivanov. Queda constancia de sus músicas para ballets La cenicienta, La fille mal gardée y Cascanueces, entre otros.
Sin embargo, El lago de los cisnes estaba signado a renacer. Diecisiete años más tarde de aquel fiasco coreográfico, el dueto Petipa-Ivanov regresó al segundo acto de la obra, a modo de homenaje en el primer aniversario del fallecimiento de su compositor.
El espectáculo gozó de tan amplia resonancia que instó a los notables artistas a llevar a escena los cuatro actos de la pieza original. Con el decurso del tiempo, esta versión devino referencia esencial para otros montajes, diversos en estilos y estéticas.
Tras innumerables presentaciones en todo el mundo, el 24 de enero de 1954 El lago… conquistó los escenarios de nuestro país, a cargo de una compañía nacional junto a la prestigiosa coreógrafa inglesa Mary Skeaping. La tradición balletística cubana documenta este día como su estreno absoluto en Latinoamérica.
La premier aconteció en el Teatro Auditorium de La Habana. Alicia Alonso, Royes Fernández y Charles Dickson defendieron los roles protagónicos de Odette-Odile, el príncipe Siegfried y el hechicero von Rothbart, respectivamente.
“La historia posterior de ese clásico en Cuba fue enriquecida (…) con la puesta en escena de 1965, con Alicia como coreógrafa principal y que permitió el éxito de las nuevas generaciones de bailarines cubanos en una obra de tan difícil demanda técnica y estilística”, ha señalado Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC).
De acuerdo con expertos, dicha coreografía requiere de condiciones técnicas e histriónicas excepcionales para el desarrollo de los personajes, en particular, la interpretación de la bailarina principal, a menudo la misma persona que encarna los roles de Odette/Odile, cuyas caracterizaciones exhiben evidentes contrastes.
Los de Odette exigen movimientos delicados, de una cadencia etérea, mientras que en Odile suelen ser más enérgicos, dinámicos, de marcada presteza. Tales despliegues danzarios han representado un reto extraordinario para aquellas que lo han asumido en esa dualidad interpretativa.
La puesta en escena de la prima ballerina assoluta para el BNC demandó una minuciosa labor desde el punto de vista dramatúrgico y estilístico que tardo lustros de asimilación y síntesis de la versión Petipa-Ivanov para, sin abandonar la coherencia narrativa de la trama, se evidenciara el método y la técnica de la escuela cubana de ballet.
Fue un trabajo coreográfico en que la fundadora del BNC investigó en profundidad las tradiciones populares y las leyendas que inspiraron la historia; analizó las pautas sonoras de la música compuesta por Chaikovski; estudió y sistematizó los elementos coreográficos del ballet, reconocidos como originales.
Ese acervo de saberes, junto al virtuosismo de Alicia Alonso como intérprete de la obra, derivó en la sugerente propuesta, que desde finales de los años 70 integra el repertorio del BNC.
A lo largo de casi cuatro décadas, esta creación de la diva de la danza universal ha gozado del reconocimiento y los elogios de la crítica especializada. La armonía del estilo entre cada una de sus partes y la funcionalidad escénica que reverencia la teatralidad de la pieza, constituyen algunos de sus principales aciertos.
Jubileo por El lago…
A propósito del aniversario 70 del estreno en América de su versión completa, la historia de Odette y Odile volvió a cautivar a los espectadores en la reciente edición del 28º Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso y se convirtió en una de las principales atracciones de la cita danzaria.
Seis presentaciones de la obra se incluyeron en el programa del evento que unió en escena el ingenio de notables intérpretes foráneos y cubanos. Contó con el acompañamiento del cuerpo de baile del BNC y la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso que, para la ocasión, lideró el cellista ruso Nikolay Shugaev en calidad de director invitado.
Justo en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, este clásico inauguró las jornadas de espectáculos. La gala inicial homenajeó al bailarín y coreógrafo argentino Julio Bocca, director del Teatro Colón de Buenos Aires. Igualmente, dedicaron funciones a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Eictv).
Cada tarde de función tuvo un encanto especial único como el día en que la regisseur y maître principal del BNC, Svetlana Ballester, tras años sin salir escena, encarnó a la Reina Madre.
A pesar del azote del huracán Rafael en el occidente cubano, las presentaciones no fueron suspendidas, se reprogramaron una vez restablecidas las condiciones climatológicas.
Resultó emocionante constatar cómo en escena se imbricaron orgánicamente maestría y pluralidad de líneas expresivas. Compartieron los roles protagónicos bailarines del relieve de los cubanos Viengsay Valdés, Grettel Morejón, Yankiel Vázquez, Sadaise Arencibia, Ányelo Montero, Dani Hernández, Ernesto Díaz; el español Carlos López, la británica-bielorrusa Ksenia Ovsyanick, artista invitada del Ballet Estatal de Berlín; los portugueses Antonio Casalinho y Margarita Fernandes, del Ballet Estatal de Baviera; los rusos Semyon Chudin, del Ballet Bolshoi, y Maria Iliushkina, del Ballet Mariinsky.
Balletómanos cubanos y extranjeros disfrutaron del halo de amor y magia que singulariza a la versión coreográfica de Alicia Alonso. En el cuerpo y la prestancia de solistas y artistas de distintas compañías se concatenaron los soportes técnicos, metodológicos y expresivos de múltiples escuelas de ballet.
La energía de El lago de los cisnes volvió a vibrar en proscenio. Su esencia renovadora e imperecedera, como obra del patrimonio cultural universal, quedó demostrada.
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Un comentario
Y de la función que abrió la temporada ni una foto…