El Che solía llamarle «el bravo comandante unitario”; mientras Camilo, quien también se preciaba de ser su amigo, convocaba a buscar ejemplos en su vida dignos de imitar
Por. / Pedro Antonio García*
Para el coronel retirado de las FAR Ricardo Varona, subalterno suyo en la lucha guerrillera contra la tiranía batistiana: “hay quienes son jefe nada más, Juan Abrantes era un compañero jefe. Contigo conversaba, se reía, cantaba, discutía de cualquier tema, podías expresar tu opinión, él daba la suya y ahí quedaba la cosa. Pero a la hora de la disciplina era muy exigente. También daba el ejemplo, no rehusaba el combate contra el enemigo, siempre en la primera línea”.
Quienes le conocieron lo recuerdan de fácil risa, un gran humorista, siempre con un chiste o una ocurrencia a mano. Tenía el pelo rizado y la piel trigueña, tal vez por ello alguien le apodó el Mejicano. Evaristo Marcilla, compañero de armas en el lomerío, una vez le preguntó: “Oye, ¿de qué parte de México tú eres?”. Juan exhibió su más amplia sonrisa: “Guajirito, yo soy cubano y tan cubano como tú”.
De una gran calidad humana debió ser para que Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos se preciaran de su amistad. El Señor de la Vanguardia llegó a afirmar: “En su vida hay que buscar ejemplos que imitar». El Guerrillero Heroico, por su parte, solía llamarle “el bravo comandante unitario” y le calificó de “soldado de la unidad revolucionaria […] Su epitafio de héroe será la victoria final del pueblo”.
Cocó
Aunque aparecen grandes contradicciones en las biografías suyas publicadas, en cuanto al lugar y fecha de nacimiento, todos coinciden en señalar a La Habana como su ciudad natal y que al morir (1959) contaba con 24 años de edad. Según declaró públicamente su sobrino Héctor Figueredo, “cursó estudios en escuelas públicas capitalinas, nunca en los alrededores del central Hershey”. Tampoco en la llamada escuelita de los hijos de los desamparados, donde varios testimonios lo ubican en los primeros grados de primaria.
A Juan, de niño, la familia le llamaba Cocó. Le gustaba practicar todos los deportes, costumbre nunca abandonada, pues luego, en la universidad, de acuerdo con el profesor Jesús Alemán, “se destacó en gimnasia, atletismo, natación, baloncesto y futbol americano”, especialidad en la cual algunos testimonios lo sitúan como quarterback (mariscal de campo) del equipo del centro y otros como su capitán y líder. Por su versatilidad llegó a convertirse en un “all around”, calificación otorgada entonces a quienes eran buenos en todas las disciplinas deportivas.
Al ingresar en la Universidad de La Habana se alineó con la tendencia más revolucionaria, partidaria de la lucha armada contra el régimen dictatorial, enarbolada por José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez, e integró desde su fundación el Directorio Revolucionario (DR), brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
El Mejicano
Según testimonio de Faure Chomón, fundador del DR y su secretario general tras la muerte de José Antonio y Fructuoso, después del asalto a Palacio Juan Abrantes “se queda aislado y sin contactos y toma la decisión de partir hacia el exilio. Allí se nos presenta, solicitando un puesto de combate. Se le asignaron tareas de organización, propaganda, agitación, recaudación de fondos, contactos de captación y entrenamiento armado”. En esos meses, dejaron de llamarle Cocó y adoptó su definitivo nombre de guerra: El Mejicano.
Se unió a las guerrillas del Directorio, que operaban en el Escambray en marzo de 1958. Ricardo Varona recuerda ese momento. “Era una noche oscura y llovía, ese día se habían incorporado otros compañeros, el Mejicano era uno de ellos, iba delante de mí, resbalando, se caía, volvía a levantarse y en uno de esos resbalones se le cae el fusil. Yo tenía un poquito más de tiempo en la sierra y me puse el fusil en uno de los hombros, esperé que él se calmara porque dijo varios improperios y cuando paramos en el próximo descanso se lo devolví. Me pidió disculpas por los exabruptos y las cosas que dijo, empezamos a conversar y ahí empezó la amistad”.
Abrantes se distinguió en los combates de Charco Azul, Guanayara, Río Negro, Manantiales. Cuando la escisión de Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan dividió la guerrilla en el Escambray, la dirección del DR le encomendó al Mejicano marchar a La Habana y poner en conocimiento de Faure la situación creada por la deserción de estos personajes. Al reincorporarse a la guerrilla del DR, le asignaron la jefatura del comando Mario Reguera.
El jefe militar
Sus compañeros de armas destacan en Cocó su magnífica relación con el campesinado en la zona que operaba su comando. Ricardo Varona testimonia: “Creo que vi poca gente que se ganara el cariño de ellos como él, cantaba y bailaba en sus casas, eso les agradaba porque lo veían como un jefe respetuoso que dirigía un grupo de hombres armados, pero era capaz de tener contacto humano”.
Al frente de esa unidad combativa reveló su espíritu unitario mucho antes de la llegada del Che y Camilo a Las Villas. Integraban su comando militantes del Movimiento 26 de Julio y del Partido Socialista Popular. Nunca preguntó a combatiente alguno de qué organización procedía.
Por aquellos días un dirigente del Movimiento 26 de Julio trató de captarlo para su organización y el muchacho habanero le replicó: “¿Qué usted pensaría si yo le hago la misma propuesta, pero para que ingrese en mi organización?”. Cuando llegaron las columnas invasoras Antonio Maceo y Ciro Redondo, relataba Faure Chomón: “Juan Abrantes contribuye seriamente a las tareas de unidad, desarrolla una fuerte y entrañable amistad con el Che para resultar el mejor exponente de la confraternidad revolucionaria, que se extiende igualmente a Camilo en el norte villareño”.
En la batalla de Santa Clara, participó en el ataque y toma del cuartel de la Motorizada y del Escuadrón 31. Al resultar herido su jefe inmediato superior en el combate, El Mejicano se hizo cargo de la tropa, la cual condujo a la victoria. Sí es bueno aclarar que él no fue ascendido a comandante del Ejército Rebelde por esa acción combativa, ya lo era desde semanas antes.
Ya con la Revolución en el poder, trabajó bajo las órdenes del Che; luego pasó a desempeñar la jefatura de operaciones en las Fuerzas Tácticas del Centro. Intervino en la neutralización de los primeros alzamientos contrarrevolucionarios, como la conspiración trujillista, en Trinidad. Su desempeño en esa operación fue altamente valorado por Fidel y Camilo, quienes vieron en él a un futuro valioso cuadro.
El 23 de septiembre de 1959, abordó en Varadero la avioneta número 26 de las FAR con destino a Santa Clara. Le acompañaba el teniente aviador Jorge Villa Yanes. La nave en que viajaban se precipitó a tierra entre las localidades villaclareñas de Cascajal y Mordazo. Su despedida de duelo estuvo a cargo del Che, la única protagonizada por el Guerrillero Heroico en Cuba.
La FEU, desde entonces, nombró Juan Abrantes al Estadio Universitario capitalino. No solo en homenaje al destacado revolucionario sino para que las sucesivas generaciones recordaran al deportista excepcional, al capitán y líder del equipo de fútbol que relegó todos sus sueños por el bienestar de la Patria.
*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.
_________________________
Fuentes consultadas
Testimonios de Faure Chomón, Héctor Figueredo, Ricardo Varona y Evaristo Marcilla recogidos por el autor de este trabajo. Testimonios de Jesús Alemán, Carmen Abrantes, y Mario Cruz recogidos por la colega Mayte Pacheco. Textos aparecidos en el diario Revolución y la revista Verde Olivo en septiembre de 1959.