Foto. / Yasset Llerena
Foto. / Yasset Llerena

La Habana: Colores, sabores y recuerdos

Si no existieras, mi ciudad de sueño


Hay siempre cierta nostalgia al amanecer en La Habana, quizás por esa mezcla de recuerdos y sueños que se entrelazan en los espacios de la ciudad. En sus calles, la historia murmura, mientras los habaneros, como fieles guardianes, se preparan para rendir homenaje a la matrópoli que los acoge, los envuelve y les da vida en este aniversario 505.

“Si no existieras…”, son los versos de Fayad Jamís que encuentran en sus portales, columnas y ventanas la razón de su existencia. Más que la capital; es un abrazo eterno, la melodía de la risa de sus habitantes, el sabor del café que se cuela en las conversaciones y el murmullo de las olas que rompen contra el malecón, recordándonos que estos muros, fachadas y construcciones llevan consigo el peso de la historia.

En tanto el sol acaricia la piel de los edificios, la Señora de más de cinco siglos se prepara para festejar, evocando imágenes de amores perdidos y nuevos encuentros. Porque aquí, los inicios se asoman entre los adoquines desgastados por el tiempo.

En este poema ardiente, un afecto habita en el polvo y las alas, en lo bello y lo marchito. “Si no existieras, yo te inventaría.” Porque La Habana, en toda su gloria y cicatrices, constituye el hogar donde cada vida cobra sentido; un remanso de amor en la memoria de todos.

“Soy el viento en tus parques y rincones”, canta el espíritu que nos envuelve; el de todos esos que, como Fayad, la han llevado consigo en su andar por el mundo, siempre con un poco de su azul en la camisa, defendiendo su identidad y esencia rebelde.

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