En su estancia en El Salvador, Marco Rubio recibió todo el apoyo de un simpatizante de Donald Trump, Nayib Bukele. / defonline.com.ar
En su estancia en El Salvador, Marco Rubio recibió todo el apoyo de un simpatizante de Donald Trump, Nayib Bukele. / defonline.com.ar

Marco Rubio repartió garrote

El nuevo jefe de la diplomacia estadounidense recorrió Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y la República Dominicana. Viajó con la agenda restringida, con los temas más cacareados por la administración Trump: la «amenaza» de China en la región, el canal interoceánico y la política de deportaciones


El flamante secretario de Estado de Estados Unidos, el cubano-americano Marco Rubio, se estrenó en el cargo por todo lo “alto”. Escasas tres semanas después del 20 enero, cuando su máximo jefe tomó posesión de la Casa Blanca, emprendió una gira por cuatro países de Centroamérica y uno del Caribe.

Hacía más de un siglo que América Latina no era el primer destino a visitar por un secretario de Estado de Washington. Para esta primera gira oficial llevaba la misión de “convencer” a los gobiernos de Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana de aceptar los nuevos y dañinos caprichitos trumpistas en su cataclísmica era 2.0.

Entre sus prioridades estaban persuadir a los gobiernos de aceptar los miles de inmigrantes que planea sacar de su país, obligarlos a controlar la migración ilegal –fomentada desde los propios Estados Unidos– y debatir sobre la influencia de China en la región, un tema que le molesta sobremanera y que generó la actual querella económica entre Washington y Beijing.

Canal, rutas y cárceles

El periplo se inició en Panamá, a donde llevaba la misión de presionar el cuello de ese gobierno con respecto al tema del canal interoceánico, el cual pretende “recuperar” bajo la justificación de que China interviene en su administración.

Tanto apretó la soga que, para calmar la ira del magnate norteño, el gobierno de la nación istmeña, encabezado por José Raúl Mulino, decidió no renovar el memorándum de entendimiento sobre la Iniciativa de La Franja y la Ruta, firmado en 2017.

Se rajó el panameño, pero así y todo no le bastó a Washington, y dos días después una declaración oficial del Departamento de Estado aseguraba que el país centroamericano aceptó no cobrar por el tránsito de los buques estadounidenses en el canal interoceánico.

Tuvieron que salir el propio Mulino y los responsables de la vía a desmentir tal invento: “La Autoridad del canal de Panamá, facultada para fijar peajes y otros derechos por transitar el canal, comunica que no realizó ajuste alguno a los mismos”.

Durante su estancia en suelo panameño, Marco Rubio también presenció la deportación de 43 migrantes colombianos capturados por las autoridades de ese país. El proceso forma parte de un acuerdo bilateral con el propósito de combatir el flujo migratorio de personas que buscan atravesar Centroamérica para llegar a Estados Unidos.

El periplo llevó a Rubio también a El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele ofreció sus cárceles para recibir a los migrantes que serán deportados de Estados Unidos.  Por su parte, el aliado del norte se comprometió a impulsar a San Salvador en el desarrollo de energía nuclear.

«Un acuerdo sin precedentes, el más extraordinario del mundo», así describió Rubio el proyecto que después el salvadoreño explicó a través de X. Según dijo, el país está abierto a admitir a criminales convictos (incluidos ciudadanos estadounidenses) en su megaprisión CECOT, a cambio de una tarifa relativamente baja para Estados Unidos pero significativa para ellos, y que haría sostenible todo su sistema penitenciario.

Hace tiempo que Bukele cuenta con la admiración del entorno de Trump y de figuras afines. No en balde fue, al igual que el mandatario argentino, Javier Milei, uno de los invitados estrella de la última edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora, celebrada en febrero de 2024.

Guatemala y Costa Rica fueron otras escalas del periplo por tierras centroamericanas. En la primera, presionó lo suficiente como para que su presidente, Bernardo Arévalo, aceptara migrantes de otras naciones deportados de Estados Unidos. Arévalo anunció el acuerdo de “tercer país seguro” y el aumento en 40 por ciento del número de vuelos de expatriados de varias nacionalidades.

De la nación tica salió con la “promesa” de no permitir el avance de China en materia de tecnología, aunque reconoció el grave problema que enfrenta ese país por la violencia criminal asociada al narcotráfico. Los delincuentes utilizan los corredores centroamericanos para introducir la droga producida en Sudamérica y cuyo destino final es Estados Unidos.

En una conferencia de prensa conjunta con el presidente Rodrigo Chaves, el visitante calificó a Costa Rica de “ejemplo de lo que pasa cuando un país lo hace bien en comparación con otros países».

Piedras en el zapato

Con eso de “otros países”, Marco rubio apuntó directo a los vecinos Cuba, Nicaragua y Venezuela. Tres naciones hacia las que, a pesar de sus orígenes, no disimula su desprecio y que constituyen su eterna piedra en el zapato desde sus tiempos de senador floridiano.

A los tres los tildó de «enemigos de la humanidad», los acusó de ser los causantes de la crisis migratoria en el hemisferio y aseguró que «sus sistemas no funcionan».

“Si no fuera por esos tres regímenes no hubiera una crisis migratoria en el hemisferio», se atrevió a manifestar Rubio en una conferencia de prensa conjunta con el anfitrión.

Ante las marcadas declaraciones injerencistas, salió al paso la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y le recordó al cubano-americano que esas naciones no son el problema; son las víctimas de una política agresiva que no soporta ver a pueblos libres decidir su propio destino.

El representante estadounidense, en su afán por justificar su política intervencionista en América Latina y el Caribe, promueve antivalores basados en el genocidio de pueblos originarios y la explotación de migrantes, denunció el bloque en una declaración.

Pocos días antes y en medio de la gira de Rubio, la Alianza celebró una cumbre extraordinaria en la cual presentó una agenda renovada que incluye desde la lucha contra el tráfico de personas hasta el impulso de la inteligencia artificial soberana, pasando por iniciativas como el Fondo Agroalba y un sistema de créditos para migrantes emprendedores a través del Banco del ALBA.

Este último tema, centro de la agenda dictada desde el norte del continente y traído a colación por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, estipula la creación de un sistema de créditos a través del Banco del ALBA, con un fondo inicial de 10 millones de dólares, destinado a la reinserción productiva de los migrantes emprendedores.

Un fondo rotatorio, detalló el jefe de Estado bolivariano, permitiría atender esta situación y convertir el regreso forzado de quienes tuvieron que emigrar por razones económicas en una oportunidad para generar actividad financiera beneficiosa en nuestros países.

Esta iniciativa busca no solo abordar el fenómeno migratorio, sino también combatir las redes de tráfico de personas que operan en la región.

En el último punto del periplo, la República Dominicana, Rubio recibió también la seguridad de que se aceptarán deportados desde el norte. Con la promesa, Santo Domingo ganó un espaldarazo al controvertido endurecimiento de las políticas contra la inmigración haitiana que el presidente, Luis Abinader, impulsa prácticamente desde que llegó al poder, en 2020.

Un enfoque muy en la línea de Trump, que el anfitrión reforzó cuando le entregó a Rubio un avión propiedad de Venezuela retenido por las autoridades dominicanas desde 2024.

El secretario de Estado alegó que la aeronave venezolana era usada para «evadir las sanciones estadounidenses y el lavado de dinero».

La República Bolivariana calificó la confiscación de “robo descarado” y sostuvo que este ataque contra Venezuela demuestra que Rubio no es más que un delincuente disfrazado de político, usando su cargo para saquear y despojar al país sudamericano de sus bienes.

Haciendo gala de la vieja «diplomacia del garrote», que trae renovada Donald Trump para esta segunda etapa, el latino con el cargo más importante en la historia del gobierno estadounidense cumplió con todos los “encargos” durante su viaje.

Pero todo ese lenguaje sutil y amenazante contra Cuba, Venezuela y Nicaragua se contradice con un episodio paralelo. Durante el periplo de Rubio, otro enviado especial de Trump, Richard Grenell, se reunió con el presidente Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores y ambos acordaron arrancar la agenda bilateral desde cero.

Grenell se llevó de regreso a seis norteamericanos detenidos en Venezuela y su contraparte aceptó recibir a los nacionales que Trump deportará.

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Un comentario

  1. Toda potencia militar impone sus términos y los EEUU no es la excepción. Lo hará China durante el próximo siglo cuándo domine al mundo económica, tecnológica y militarmente. Lo han hechos TODOS los Imperios y lo harán en el futuro. Nada que objetar.

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