“No hay ninguna evidencia de un nuevo virus, ni una situación que implique una pandemia”, así declaró la OMS ante los rumores de una nueva crisis sanitaria por la aparición de enfermedades respiratorias en China y otras naciones del continente africano y las Américas
Rumores sobre un supuesto brote de nuevo virus en China, o de una propagación acelerada del H5N1 (gripe aviar) en humanos, ha desatado alarmas en redes sociales sobre la posibilidad de una nueva pandemia en el año 2025.
Estas plataformas, ya usted lo sabe, son a menudo escenario para la especulación, la desinformación y el drama. El colmo es que sus males se esparcen como virus (nunca mejor dicho) y contagian también a no pocos medios y fuentes internacionales que replican “la noticia”.
Lo bueno es que si lee BOHEMIA, aquí podemos asegurarle que no, no existe riesgo de emergencia sanitaria, al menos por ahora. Y si no nos cree a nosotros, al menos confíe en la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo multilateral corroboró, desde enero último, no haber recibido informes de China que indiquen un nuevo brote de virus alarmante, más allá del aumento de enfermedades respiratorias. Se desmentían, así, las teorías de un posible estado de emergencia.
El Metapneumovirus Humano (HMPV), del que todos hablan, fue descubierto hace más de 20 años. Se conoce que puede provocar una enfermedad respiratoria grave, sobre todo en niños y adultos mayores. Investigadores estiman que entre 10 y 12 por ciento de las enfermedades respiratorias infantiles es causado por el mismo; sin embargo, por fortuna, la mayoría de los casos es leve.
El HMPV no representa una amenaza inmediata, pero, ya que “el río suena”, sí hay que decir que el contexto global sigue siendo propicio en la incidencia y expansión de nuevas enfermedades o el resurgimiento de algunas ya existentes. Recordemos algunas de ellas.

H5N1 o el regreso de la gripe aviar
Varios países de América Latina y el Caribe han reportado en los últimos meses un aumento de la influenza o gripe aviar H5N1, de alta patogenicidad.
Este subtipo de la enfermedad apareció a finales del año 2022; desde entonces y hasta los últimos meses de 2024 ha estado resonando en informes de salud a escala mundial.
Ciertamente, se trata de un virus altamente patógeno que, además de afectar aves, ha comenzado a mostrar un potencial riesgo de contagio humano y transmisión a mamíferos debido a mutaciones genéticas.
La noticia el pasado 7 de enero de la primera muerte humana por esta causa, sumado al hecho de que se registren brotes en regiones antes no afectadas, aumenta el cúmulo de preocupaciones sobre la posibilidad de que este se convierta en la próxima pandemia.
En ese contexto la OMS, otra vez, advirtió que por el momento el riesgo de una pandemia de H5N1 es limitado.
“El número de casos en seres humanos sigue siendo reducido y no se ha observado un incremento aparente que indique que estamos al borde del precipicio”, reseña el organismo en su página oficial.
Pero la panzootia –epidemia a gran escala que implica la propagación de una enfermedad a través de los continentes o incluso en todo el mundo–, añade el informe, es un hecho claro que debe ser tomado como una alerta, ya que la dispersión del virus por diferentes especies animales, muchas de ellas en contacto con el ser humano, es evidente y además alarmante.
Recomienda el organismo que por eso, si tenemos que ponernos “manos a la obra” ante una posible epidemia de gripe aviar, este es el momento.
Para mayor tranquilidad le comento que no estamos desprotegidos científicamente ante la eventual aparición de este virus.
El H5N1 es un gran conocido por la ciencia y durante mucho tiempo ha sido monitorizado, secuenciado y atajado con vacunas ya aprobadas, comercializadas y con muy buenos resultados en ensayos clínicos. Es el caso de Celldemic e Incellipan, ambas obtenidas de virus inactivos y autorizadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés).
Enfermedad sin nombre en el Congo
Más de 1 300 personas se han contagiado recientemente en la República Democrática del Congo (RDC) con una enfermedad no identificada, que ya ha provocado más de 50 muertes en el noroeste del país. El número de afectados casi se duplicó en el transcurso de la última semana de febrero y hasta el momento se desconoce la causa exacta del brote.
La OMS maneja la hipótesis de que podría tratarse de alguna combinación de intoxicación química, meningitis, paludismo y otras infecciones. Ciertas presunciones hablan de una fuente de agua envenenada o de malaria.
La lista es amplia porque la enfermedad se parece mucho a otros padecimientos. Comparte síntomas y comportamientos similares a los que ya hemos mencionado, mas las pruebas realizadas hasta la fecha no han sido concluyentes.
Por ahora, algunos resultados han descartado la participación de los virus del ébola y del hemorrágico de Marburgo, según informó el especialista al frente del servicio de emergencias de la OMS, Mike Ryan.
Buscar respuestas a qué está causando la enfermedad ocupa ahora a investigadores y personal científico del área, pues de ello depende determinar también quién está en riesgo, qué tratamiento necesita y qué medidas deben tomarse para evitar que el brote se extienda más allá de sus fronteras actuales.
La aparición de virus inusuales en este país africano ya es habitual. A finales del año pasado, por ejemplo, otro brote misterioso de una enfermedad se atribuyó finalmente a infecciones respiratorias agudas complicadas con malaria.
En la RDC, como en otros países del continente africano, existen pocos diagnósticos para estos arbovirus, de ahí la rápida propagación de los mismos. No obstante, la idea de que la nueva enfermedad sea causada por un patógeno nunca antes detectado, es esbozo de un escenario caótico y aterrador que, en realidad, no existe.
En cualquier caso, los brotes aislados de virus supuestamente controlados como la viruela símica, el cólera y la poliomielitis son recordatorios de que las enfermedades infecciosas son, aún hoy, un riesgo real en todas las naciones.
Tuberculosis, enemigo silencioso en Cuba
Marzo siempre es un pretexto para hablar sobre la tuberculosis (TB), pues precisamente en este mes, en 1882, el científico alemán Roberto Koch descubrió la bacteria Mycobacterium tuberculosis, causante de la enfermedad.
Después de 100 años de aquel acontecimiento y en medio del resurgimiento global de la misma, la OMS proclamó cada 24 de marzo como Día Mundial de la Tuberculosis a fin de concienciar sobre las consecuencias sociales, económicas y para la salud de la que está considerada una de las enfermedades infecciosas más antiguas de la humanidad y, a la vez, de las más mortales.
El doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), declaró recientemente al Canal Cubano de Noticias que, a pesar de haberse logrado un período de mínima incidencia, ya se reporta un incremento en el número de casos, tanto en la región de las Américas como en Cuba.
Las últimas cifras recogidas por informes del Minsap datan del año 2022, cuando en el archipiélago se registraron seis casos de TB por cada 100 000 habitantes y una tasa de mortalidad para la población total de 0.3 en 2019.
“Podemos decir que en el año 2023, en la región de las Américas, alrededor de 342 000 personas se contagiaron con tuberculosis y unas 76 000 fallecieron por esta enfermedad que se transmite por vía respiratoria y tiene cura si se realiza bien el tratamiento”, comunicó el especialista.
Alertó, además, que en Cuba el mayor riesgo está en personas que han padecido otras enfermedades respiratorias o en aquellas que sean inmunodeprimidas y seropositivas al VIH.
Asimismo, declaró que, si bien en los últimos meses se han reportado casos, el país cuenta con un programa de control y prevención de la enfermedad, que incluye pruebas rápidas de diagnóstico, tratamiento asistido y medidas de prevención.
“Dicho programa tiene implícito un grupo de aspectos que va desde la introducción de nuevas tecnologías, rayos X digitales y equipos de biología molecular, que facilitan el diagnostico, hasta tratamientos más novedosos. Otra medida importante es que en Cuba aproximadamente 99 por ciento de los partos son institucionales y antes de irse del servicio de maternidad los niños son vacunados con la vacuna BCG, que es justamente para evitar las formas graves de la tuberculosis”, recoge la comparecencia.
Desde su aparición en televisión nacional durante los duros días de la pandemia de covid-19, el doctor Durán se convirtió en uno de los rostros y voces más conocidos, acertados y respetados en Cuba en materia epidemiológica. Que hoy él esté convocando a tomar medidas de precaución, pareciera entonces razón suficiente para cuidarse y estar atentos a informaciones oficiales.

Lecciones ¿aprendidas?
El informe mundial sobre la tuberculosis en 2024 alerta que hay progresos desiguales en la lucha contra esta enfermedad. La experiencia de la covid-19 nos dejó varias lecciones, pero algunas, como la necesidad de acceso libre y gratuito a tratamientos, y de financiamiento para garantizar acciones de prevención e investigación, no están aprendidas.
El desarrollo de vacunas de ARNm y la detección temprana de virus emergentes pueden ser clave para evitar crisis sanitarias en el futuro.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) convoca a reforzar las regulaciones sobre el comercio de vida silvestre y adoptar un enfoque One Health (que integre la salud humana, animal y ambiental) como estrategias que podrían marcar la diferencia en la prevención de nuevas pandemias.
Construir sistemas de salud pública y atención primaria de resilientes, cumplir la promesa de la cobertura sanitaria universal, invertir en vigilancia y detección de las epidemias, y garantizar el acceso equitativo a recursos que salvan vidas como las vacunas, son otros reclamos de la comunidad científica y sanitaria internacionales.
Basado en estas experiencias, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo en diciembre de 2020 que el mundo estaba muy mal preparado para una próxima pandemia.
Después de cinco años, me atrevo a pensar que, de ocurrir otra catástrofe, sí podremos asumirla con mejores medios. Aunque, en verdad, ideal sería que no llegara nunca otra pandemia con la que comprobar si finalmente estamos en condiciones de superarla.