La literatura, el cine, el audiovisual y las visualidades son territorios abiertos al conocimiento, los saberes y el disfrute; solo es preciso descubrirlos en profundidad durante toda la vida
Los continuos ¿por qué? nacen con el ser humano. Forman parte de la necesidad cotidiana; incitan a descubrir, indagar, despiertan múltiples interrogantes sobre lo naciente por doquier. Quizás, ahora mismo, el posible conflicto sin solución hace repetir la pregunta. Puede ocurrir que sea despejada por personajes literarios, cinematográficos o televisuales empeñados en facilitarnos la existencia; sí, de alguna manera.
Desde edades tempranas disímiles imaginarios se pueblan de héroes, heroínas, hechos en circunstancias dadas; dialogar y entender complementan las necesidades de observar, descubrir, conocer; estas motivadoras urgencias exigen aprendizajes, lecturas, ejercicios intelectuales durante el acto indispensable de pensar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

¿Quién no ha buscado afanosamente las novelas Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y El Siglo de las Luces de Alejo Carpentier después de ver los filmes Cecilia y El Siglo de las luces del maestro cineasta Humberto Solás? A propósito, Alfonso Reyes, en el volumen La experiencia literaria, señala que la literatura tiene dos valores consustanciales; uno de carácter semántico o de significado y otro de carácter formal o de expresión lingüística. El común de ambos valores está en la intención, enfatiza el escritor. Pensemos, esto se logra solo si existe un lector que los movilice. Cada obra es el resultado de una concreción entre el que escribe y el que lee, interpreta.
Así ocurre ante puestas en diferentes pantallas. El programa Letra fílmica (Canal Educativo) tiene un carácter formativo y motiva curiosidades. Otro espacio que va y viene sin la estabilidad necesaria, El Cuento, hace meditar sobre la tradición oral tan poco cultivada, a veces, en familia. La guionista y directora Mariela López Galán defiende con sus propuestas el ver en diferentes direcciones relatos universales de notable valía. Además, escritores y escritoras poco conocidos o tanto como lo merecen.
Los desafíos de motivar curiosidades corresponden a creadores, instituciones, el cálido entorno familiar, la escuela, la sociedad. En la historia de Cuba descuella el vigoroso accionar social del pueblo; ideas, vivencias y pensamientos nutren el sentido de un amplio cuerpo axiológico; sus expresiones emergen en contenidos y nutren el desarrollo de un pensamiento crítico, el único modo de escapar a la manipulación de los mensajes mediáticos.
¿Y queda fuera de este bagaje el teatro? ¿Por qué el espacio desapareció de la Televisión? Somos conscientes de las dificultades materiales y de recursos. Pero, sin duda, un presupuesto bien pensando desde la producción ayuda a encontrar respuestas.
Las experiencias de investigar raigambres, figuras, contribuciones abren ventanas al conocimiento en la más amplia acepción del concepto; amplían los saberes, la cultura y la capacidad de interpretar sinergias entre imágenes y signos lingüísticos que conforman lenguajes.
Siempre expectantes, audiencias de diferentes edades refieren sentirse complacidas al rememorar, descubrir o meditar de nuevo sobre hechos, contextos, relevancia de figuras notables.
Comprender al ser humano desde las interioridades de la conciencia y el alma activa estados de desazón oportunos, tal vez impensados. Los valores se revelan en ficciones literarias y cinematográficas. Profundas transformaciones ocurren al llevar novelas y otros relatos a otras expresiones artísticas. No se trata de adaptar; sino de construir dramaturgias que revelan valores. La libertad de la creación implica una perspectiva amplia y desprejuiciada.
Coinciden en el panorama mediático audiovisuales transmediales y conectivos. Proliferan las rituales narrativas en incontables formatos; de ningún modo la comunicación es un movimiento exterior, excluyente; sirve de apertura a culturas diversas influyentes en la propia. Urge crear y mantener sistemáticamente la riqueza de estéticas que establecen conexiones entre creativos, lectores y espectadores.
Los relatos proponen jerarquías de instancias, comprenderlos nos pone en contacto con legados que nunca envejecen. Nos seducen al ser promovidos y socializados. Espectadores y lectores los necesitan en todos los tiempos sin rupturas, silencios y olvidos. El humanismo inspira nuestra mejor tradición intelectual. Lo necesitamos, hay que convertirlo en práctica cada día. Pensémoslo al hacerlo realidad.