Trajes de baño: de un extremo al otro

El bikini, la reconocida prenda de dos piezas, tiene su antecedente en la antigua Grecia y Roma, donde existían trajes similares. A lo largo de las décadas, el diseño ha evolucionado, reflejando las tendencias sociales y las actitudes hacia la belleza y la sexualidad


Traje de baño de finales del siglo XIX. / cultura.gob.ar

En un principio la gente se adentraba al mar más para mojarse que para nadar. Las enormes prendas aceptadas legal y socialmente eran incompatibles para alguna actividad física dentro del agua.

En el siglo XIX, los primeros vestuarios de baño eran voluminosos y conservadores, diseñados principalmente para preservar la modestia. Tanto para hombres como para mujeres, cubrían la mayor parte del cuerpo, reflejando las normas sociales de la época que promovían la decencia pública.

A medida que el siglo XX avanzó, la funcionalidad y el diseño de los trajes de baño comenzaron a cambiar drásticamente. En la década de 1920, el auge del turismo costero y los deportes acuáticos propició la necesidad de que estos fueran más prácticos y menos restrictivos.

Las mujeres comenzaron a usar atuendos que dejaban al descubierto los brazos y las piernas, mientras que los hombres optaban por modelos que semejaban pantalones cortos.

Bikini, ¿liberación u opresión?

Michelle Bernardini fue la “valiente” mujer que por primera vez usó un bikini tal y como lo conocemos hoy. Corría el mes de julio de 1946 cuando se exhibió con el novedoso diseño, escandalizando y destronando todo cuanta dictaba la moral de la época sobre recato y decencia femenina.

Específicamente, en uno de los mosaicos conservados de la villa del Casale, nos llega desde la Roma antigua testimonio gráfico de mujeres luciendo trajes de dos piezas para práctica deportiva, los cuales mostraban hombros, abdomen y piernas, en un diseño muy similar a los que conocemos actualmente como bikini. Sin embargo, con el auge del cristianismo y su concepto acerca del cuerpo de la mujer, la prenda cayó en desuso.

A principios del siglo XX fue prohibido en varios países, pero en poco tiempo fue asumido como símbolo de emancipación, debido, esencialmente, a que varias estrellas de cine lo popularizaron al integrarlo a su vestuario.

No obstante, los modelos de este atuendo fueron sexualizándose y convirtiendo el cuerpo de la mujer en una pasarela de venta. Mientras menos tela, mejor para las revistas y demás medios de comunicación, que lucraron con la supuesta libertad femenina.

Si bien en sus inicios, a la par que avanzaban los derechos de la mujer, las formas de vestir rompieron barreras de prejuicios, opresiones y concepciones machistas, religiosas y morales, luego se convirtió en una pieza destinada a sexualizar el cuerpo.

La nadadora Annette Kellerman a inicios del siglo XX. / National Geographic
Michelle Bernardini con la llamada «bikini más chica del mundo», en 1946. / cultura.gob.ar

Para todos los gustos

Mosaico conservado de la villa romana del Casale antes de nuestra era. / GETTY IMAGES

Durante las décadas de 1960 y 1970, los trajes de baño siguieron evolucionando en diseño y materiales. Los avances textiles permitieron la creación de prendas más ligeras y elásticas, que se adaptaban mejor a la figura corporal y ofrecían mayor comodidad. El aumento de deportes acuáticos también influyó en su diseño, al combinar estilo con funcionalidad.

Actualmente, la diversidad de modelos es inmensa. Desde bikinis y trikinis hasta trajes de una sola pieza, las opciones disponibles reflejan que esta industria sabe adaptarse a gustos personales, incluso se ha acomodado a creencias religiosas, como el conocido burkini. Este último un traje de baño femenino que cubre totalmente el cuerpo de la mujer, a excepción de la cara, las manos y los pies.

Y tú, ¿qué tipo de atuendo lucirías para bañarte o nadar?

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