Japón venció a Cuba con pizarra apretada de 7-6 y la dejó sin opciones en el Premier 12
Fue fácil predecirlo. Y conmigo la mayoría. Este equipo japonés, campeón defensor del certamen y número uno del ranking mundial, está muy por encima de nuestro nivel.
Sin embargo, confieso que me gustó la actitud de Cuba. Con el paso de los innings se lo fueron creyendo y llegaron a empatar el marcador parcial a seis carreras. Conectaron un total de 10 imparables. Ojo porque no se rindieron hasta el último out.
Quiero analizar también lo siguiente. En las cuentas precompetencia este desafío habría que darlo por perdido y salir a jugar buen béisbol igual, como en definitiva ocurrió, teniendo claro que la batalla era más factible contra otros oponentes, como en el debut frente a República Dominicana.
Me referí a ello en su momento. Ya es tarde, pero el aficionado se hace preguntas, una vez más. Creo que entre varios factores que influyeron fue determinante el orden al bate repetido en los choques uno y dos (República Dominicana y Corea del Sur), par de reveses en los cuales muchos de los titulares no rindieron en absoluto. De hecho, lucieron bastante mal madero en mano: motivo por el cual en momentos importantes quedaron demasiados corredores en circulación.
No vale la pena mencionar nombres. En un escrito previo publicado en este mismo espacio luego de la victoria sobre Australia en la tercera fecha sí señalé a algunos.
En ese texto titulado «Victoria, lógica y matemática» desplacé también la siguiente idea: «En un torneo corto unas pocas derrotas te llevan a la eliminación en un abrir y cerrar de ojos. Hay que apelar al banco rápido. No hay tiempo para meditar demasiado. Y está claro que muchos de los regulares no llegaron en la mejor forma deportiva. Así que, si vas a perder, mejor que sea con honor».
Ante el pitcheo de Japón la novena cubana, con varias modificaciones, algunas de arranque y otras sobre la marcha, resucitó en el sexto episodio, donde consiguió pisar tres veces el plato y ponerse en diferencia de solo una anotación. Una entrada después se igualaron las acciones, por error en tiro a la inicial del relevista Tatsuya Shimizu, hecho que permitió anotaran Roel Santos y Yadir Drake, con un rolling lento de Alfredo Despaigne.
En el resumen general del compromiso sobresalió Yadir Drake, de 5-3 y dos ponches, pero autor de un par de remolques, con tubey y sencillo, para que anotara siempre Roel Santos (3-1, con un triple y dos boletos). Otros con responsabilidad en el marcador fueron Yoan Moncada, de emergente, y Erisbel Arruebarrena, con una empujada cada uno.
El zurdo abridor Takahisa Hayakawa no tuvo decisión en el encuentro, a pesar de ocuparse de 5.1 inning en los cuales ponchó a siete antillanos, le pegaron cuatro imparables y regaló tres pasaportes, dos de ellos al cuarto madero y designado Alfredo Despaigne.
De nuestro bando el abridor Raymond Figueredo no avanzó más de dos entradas. El bullpen tampoco pudo detener la producción de los nipones. Como es costumbre en ellos, aprovecharon cualquier brecha para anotar carreras. Incluso Livan Moinelo la tuvo difícil cuando ingresó en el sexto capítulo, a pesar de estar afectado por un proceso gripal, y acabó de hecho cargando con la derrota. Un fly de sacrificio al left field de Ryoya Kurihara en la parte baja del octavo episodio marcó la ventaja definitiva del compromiso.
Luego dos ponches consecutivos del cerrador Shuma Fujihira, con las almohadillas congestionadas a Yoan Moncada y Andy Cosme, terminaron con la ilusión.
Lo cierto es que este resultado nos obliga a ir preparando las maletas para regresar a Cuba una vez acabe la fase regular. En cambio, con el éxito los nipones acumulan cuatro victorias sin derrotas y oficializaron su clasificación a la Súper Ronda del Premier 12, instancia de la cual serán sede.
Este lunes a las 5:30 a.m. hora de nuestro país, termina la aventura por Asia de los cubanos ante los anfitriones del grupo B, Taipei de China, un choque de puro trámite para la tropa que dirige Armando Johnson. No dudo que a esas alturas la inexistente presión pueda darnos una ligera ventaja, al menos para decir adiós con un triunfo.