Una mañana perpetua en la memoria cubana

Aquel amanecer del 10 de octubre de 1868 marcó el inicio de la gran epopeya cubana por su libertad e independencia. Fue el día en que Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) reconocido como El Padre de la Patria, declararía para la historia su fe en la liberación. En el batey Demajagua, pronunció la declaración de emancipación conocida como Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba o Manifiesto del 10 de octubre. Ante muchos congregados, Céspedes expresó: “Ciudadanos, ese sol que veis alzarse por la cumbre del Turquino viene a alumbrar el primer día de libertad e independencia de Cuba”.

El llamado de la campana de su ingenio Demajagua, consolidó un triunfo de las ideas independentistas frente al entreguismo hispano y las corrientes reformistas y anexionistas que imperaban en Cuba. Así comenzó la guerra de independencia que provocó una conciencia nacional.

Nuestro Héroe Nacional, José Martí, en 1887, consideraría los sucesos de aquella aurora gloriosa:

“Los misterios más puros del alma se cumplieron en aquella mañana de la Demajagua, cuando los ricos, desembarazándose de su fortuna salieron a pelear, sin odio a nadie, por el decoro, que vale más que ella: cuando los dueños de hombres, al ir naciendo el día, dijeron a sus esclavos… ¡Ya sois libres!… ¿No sentís, como yo estoy sintiendo, el frío de aquella sublime madrugada?… ¡Para ellos, para ellos todos esos vítores que os arranca este recuerdo glorioso! ¡Gracias en nombre de ellos, cubanas que no os avergonzáis de ser fieles a los que murieron por vosotras: gracias en nombre de ellos, ¡cubanos que no os cansáis de ser honrados!…”.

BOHEMIA invita, este 10 de octubre a revisitar ese sitio de obligada referencia como réplica inquebrantable de una mañana perpetua. 

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