Por Ernesto V. Fernández

Noticias de última hora reportan el inicio de la confrontación militar entre la Federación de Rusia y la República de Ucrania, luego de que Vladimir Putin anunciara el desarrollo de operaciones especiales para defender a la región del Donbass y puso en marcha acciones militares en Ucrania.

De acuerdo con varios medios de prensa, luego de una serie de bombardeos, fuerzas terrestres rusas penetraron este jueves 24 de febrero en territorio ucraniano desde varias direcciones, mientras que Kíev anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Moscú.

El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, anunció un toque de queda “para proteger la seguridad de los habitantes de la capital”, tras los primeros pasos del enfrentamiento.

Las autoridades ucranianas notificaron combates cerca de la central nuclear de Chernóbil, donde las fuerzas rusas llegaron tras haber entrado por la frontera con Bielorrusia.

Claves para entender la escalada militar

A la hora de analizar el conflicto entre Kiev y Moscú habrá que tener en cuenta la indetenible expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este, con el objetivo de cercar militarmente a Rusia. Con esa finalidad, el bloque belicista integró en su membresía a varias naciones de la desaparecida Unión Soviética –Estonia, Letonia, Lituania– y de su esfera de influencia, y comenzó a jugar con la idea de que se adhirieran Ucrania y Georgia. Otra variable de juicio es el hecho de que, en 2014, la península de Crimea, de mayoría rusófona, respondió al golpe de Estado perpetrado contra el presidente Yanukóvich con la decisión de separarse de Ucrania, y, plebiscito mediante, unirse a Rusia, lo cual fue condenado por Occidente, que implementó sanciones económicas contra el país anuente a la incorporación.

A los pocos meses estalló otro conflicto, en la región del Donbass, ubicada en la frontera de Ucrania y Rusia. En abril de ese año se proclamaron la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, cuyos pobladores –también de mayoría rusófona– así lo decidieron en respuesta al mismo hecho que soliviantó a los  de Crimea. Recién reconocidas por Moscú, ante el denunciado incumplimiento por Kiev de los acuerdos de Minsk y la consiguiente serie de ataques a las regiones separatistas, incluidos los civiles (ocho años de arremetidas antiaéreas), postura que tampoco agradó a la Alianza, que se apresuró a enviar efectivos y pertrechos bélicos a Ucrania.

De otra parte, Occidente no ha querido tomar en serio las garantías solicitadas por Rusia para evitar una guerra, las que incluyen la no incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN, y el repliegue de armamentos y tropas en los países que ingresaron en el bloque  militar después de 1999. (Recordemos que, rodeando a la Federación, son hoy miembros de la agrupación la República Checa, Hungría, Polonia, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Albania, Croacia, Montenegro, Polonia,  Croacia).

La cancillería cubana puso en claro su posición en un comunicado emitido este 23 de febrero: “El empeño de Estados Unidos por imponer la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación de Rusia constituye una amenaza a la seguridad nacional de este país y a la paz regional e internacional […] ha suministrado armas y tecnología militar, ha desplegado tropas en varios países de la región, ha aplicado sanciones unilaterales e injustas, y amenazado con otras represalias. Paralelamente, desató una campaña propagandística antirrusa”.

Como el resto del planeta, nuestro país desea que el conflicto finalice lo antes posible y que las partes decidan volver al diálogo.