José Antonio en el salón de la FEU con algunos miembros de la organización estudiantil. / Foto. Autor no identificado
José Antonio en el salón de la FEU con algunos miembros de la organización estudiantil. / Foto. Autor no identificado

La FEU en manos de los revolucionarios

Desde los primeros días de octubre de 1954, al asumir José Antonio Echeverría la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, la casa de altos estudios de La Habana devino bastión incondicional de la oposición más radical contra la tiranía batistiana


El 1° de octubre de 1954 una noticia publicada en algunos periódicos de la capital no acaparó titulares ni fue altamente valorada por los asiduos lectores de la prensa cubana: el estudiante de Arquitectura José Antonio Echeverría había asumido por sustitución reglamentaria la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la casa de altos estudios habanera.

De este modo, según afirmaba un reportero, se solucionaba la crisis en que estaba sumida la organización pues en fecha reciente habían renunciado el presidente y vicepresidente primero en funciones, ante las tensiones existentes entre el régimen batistiano y el estudiantado, por un lado, y entre la corriente “bonchista” (pandilleros plegados a los politiqueros o a la tiranía) y la tendencia calificada por el colega de “mano dura” (léase insurreccional) dentro de la propia universidad.

La primera actividad del recién proclamado presidente fue intervenir como tal en el acto conmemorativo por los hechos del 30 de septiembre de 1930, fecha en la que cayera asesinado por la policía machadista el primer mártir estudiantil Rafael Trejo. En una entrevista dijo: “Solo una Revolución salvará a Cuba de la dictadura y a ella iremos […] Tarde o temprano el pueblo se convencerá de que es la única solución”. Y al periódico El Mundo declararía días más tarde: “Asumo la presidencia de la FEU en momentos muy difíciles […] Ante la encrucijada que se encuentra la república desde el 10 de marzo no admite otra actitud que la lucha masiva del pueblo”.

La Universidad en tiempos de tiranía

Cuando Fulgencio Batista usurpó el poder con la asonada del 10 de marzo de 1952, el estudiantado de la Universidad de La Habana se hallaba muy desunido. Faure Chomón, entonces dirigente estudiantil, amigo y cercano colaborador de José Antonio, recordaría años más tarde ante este periodista: “La dirección de la FEU estaba en manos claudicantes, salvo algunas excepciones. Eran elementos deformados en los anteriores gobiernos auténticos y buscaban hacerse de una base o plataforma politiquera con vistas a convertirse en representantes y senadores”.

De acuerdo con el testimonio de Faure, los claudicantes llegaron a extremos tales como tramitar con la policía batistiana las manifestaciones y así no ser agredidos por el aparato represivo del régimen. En ocasiones el gobierno “aconsejaba” a los dirigentes de la Federación la no realización de algunas actividades. Esto falló cuando la profanación al busto de Mella en enero de 1953. Rememoraría Chomón: “Se desbordaron nuestros sentimientos de rebeldía y comenzamos a reclamar acción, lo cual presionó a la dirección claudicante de la FEU.

“Llegamos al Parque Maceo y los tramitados querían desviarnos por Belascoaín, pero a la consigna de “¡A Palacio a Palacio!”, enrumbamos por San Lázaro hacia Prado. Los dirigentes claudicantes se fueron retrasando y se retiraron. En el curso de aquella manifestación, José Antonio fue ocupando la primera fila, el vacío que habían dejado los tramitados.

“Nos hacía falta un líder. Y ese líder fue él. Delineó nuestro objetivo inmediato: limpiar la dirección de la FEU de elementos oportunistas para promover la acción revolucionaria y a la vez luchar contra quienes querían reimplantar el bonchismo (gansterismo estudiantil). Todavía la vanguardia no tenía fuerzas en todas las escuelas, pero se logra un primer paso: a José Antonio lo eligen presidente de la Facultad de Arquitectura y secretario de la FEU a nivel de Universidad”.

Julio García Oliveras, también amigo y cercano colaborador del estudiante de Arquitectura, afirmaría ante un cuestionario periodístico cómo al principio no entendió la estrategia delineada por “el Gordo”, como cariñosamente muchos llamaban a Echeverría: “No le costó mucho trabajo convencerme. Solo me dijo: ‘¿Tú tienes confianza en mí? Pues es necesario la participación de todos en esta batalla, pero primero tenemos que limpiar la Universidad y luego limpiaremos el país’”.  

Según afirmaba Faure Chomón, “en este período hubo dos presidentes que renunciaron, vencidos por las presiones, ante la situación de violencia de los bonchistas. Le correspondía la presidencia, por sustitución reglamentaria, a José Antonio y hay un intento de elegir a alguien manipulable. Entonces Fructuoso Rodríguez lo proclama presidente en un acto estudiantil el 30 de septiembre de 1954 para salirles al paso a los bonchistas.

Juan Pedro Carbó Serviá y José Antonio. / Foto. Autor no identificado

“Con Echeverría se acaban las tramitaciones, ahora hay que poner a la FEU en combate, tomar las banderas del Moncada y alzarlas, mientras Fidel y sus compañeros aún guardan prisión. Y ya José Antonio tenía pensada la necesidad de entrenar la FEU para la etapa de lucha armada, porque no es un organismo preparado para la clandestinidad”.

En torno a Echeverría comenzó a formarse un núcleo de verdaderos revolucionarios. Además de Faure, García Oliveras y Fructuoso, elegido vicepresidente de la FEU, integraron este grupo José Machado, Machadito; Juan Pedro Carbó Serviá, Osmel Francis, Juan Nuiry, René Anillo, Pepe Gómez Wangüemert, Zaida Trimiño y Mary Pumpido, entre otros.

A inicios de 1955 comenzó el proceso eleccionario de la FEU. Elementos oportunistas lograron confeccionar una candidatura para oponerse al Gordo, incluso confundieron a muchos que luego se incorporarían a la insurrección. Testimoniaba Chomón: “Así se forman dos bloques: el de José Antonio, a quien apoyan seis facultades y el de un tipejo, Leonel Alonso, quien trató de resucitar el bonchismo bajo un disfraz seudorrevolucionario y controlaba otras seis escuelas.

“Solo quedaba la de Farmacia, donde salió presidente Ñico Guevara, un hombre de tremendas cualidades, quien apoyaba también a Echeverría. El día de las elecciones el oportunista llamó a unos gánsteres, tal vez para secuestrar a Ñico. Pero una masa estudiantil lo acompañó a votar y José Antonio salió presidente”.

Fructuoso se adelantó a las maniobras de los oportunistas y proclamó presidente a Echeverría. / Foto. Autor no identificado

Hacia una nueva etapa

Para Faure, se aprecia en el pensamiento de José Antonio una idea constante de radicalización: “él plantea el estar preparados en la próxima elección de la FEU con un aparato armado fundado, con el nombre de Directorio, un nombre muy vinculado a las luchas estudiantiles desde la dirección de la FEU de Mella y los Directorios de 1927 y 1930. Y decidimos que no llevara la palabra estudiantil sino Revolucionario, porque incluye también los obreros y todos los sectores populares”.

Se constituyó una “célula central”. José Antonio era el secretario general, Fructuoso como vice y como jefe de acción, Faure. Para el del estudiantado de la Segunda Enseñanza se designó a Joe Westbrook. En el de Acción, estuvieron José El Moro Assef, García Oliveras, Pepe Wangüemert y, desde el inicio, Mary Pumpido.

El movimiento obrero revolucionario había convocado a una huelga azucarera a fines de 1955 y le pidió a Echeverría el apoyo del estudiantado por medio del dirigente azucarero avileño Isidoro Salas. Se elaboró un plan ideado por el presidente de la FEU para que el paro saliera de los centrales y se enfocara hacia las ciudades cercanas, para con la táctica estudiantil de lucha de calle convertirla en una huelga política.

José Antonio partió a un recorrido por todo el país que culminó en Santiago, en donde se entrevistó con Frank País. Fructuoso marchó a la zona azucarera de Santo Domingo (Villa Clara). A Faure le correspondió Placetas; Carbó, Zulueta; el Moro Assef, Ciego de Ávila; Machadito, Manzanillo; y Osmel Francis, Guantánamo.

El 24 de febrero de 1956, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, se hizo pública la existencia del Directorio Revolucionario como brazo armado de la FEU. En opinión de Chomón, “ya habíamos llegado al máximo de radicalización. El paso inmediato y superior es ir hacia Fidel, con quien firmó José Antonio la Carta de México (suscrita el 29 de agosto de 1956), la cual fue una verdadera declaración de guerra de la juventud cubana contra la tiranía”.

Ya la Universidad de La Habana se había convertido en un bastión incondicional de la lucha estudiantil contra la tiranía. La FEU, rescatada por José Antonio, volvió a ser la misma de su fundador Julio Antonio Mella.

El presidente de la FEU en un acto político ante el busto de Mella. A su izquierda está Machadito. / Foto. Autor no identificado
  • Fuentes consultadas

Testimonios ofrecidos por Faure Chomón, Julio García Oliveras, José El Moro Assef, Osmel Francis, Huan Nuiry, René Anillo y Mary Pumpido al autor de este trabajo. Los libros Contra Batista, de Julio García Oliveras, y Subiendo como un sol la escalinata, de Ernesio Alvarez Blanco.


*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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