Legados esenciales, el del maestro Roberto Fernández Retamar, y los de otros intelectuales y artistas nutrieron las sesiones del décimo congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

Pensar, hacer, avanzar, crear; lideraron con vehemencia estos conceptos devenidos reclamos en voces de delegados e invitados al Décimo Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Debates emotivos nutrieron laboratorios de ideas; en ellas germinaron reflexiones, propuestas para enriquecer el arte de vanguardia y la cultura.

El gozo de múltiples empeños motivó pensamientos comunes. Sobre todo defender la máxima de don Fernando Ortiz arraigada en conciencias y almas, “la Cultura es la Patria”. La asumieron escritores, músicos, artistas escénicos, de la plástica, creadores del cine, la radio y la televisión al insistir en valores cívicos, éticos y estéticos desde enfoques diferentes al analizar las relaciones entre educación, cultura y sociedad. Ese nexo indispensable lideró en la comisión permanente que llevó adelante procesos transformadores de la escuela cubana y del perfeccionamiento de programas en la enseñanza general. Esto fue posible mediante canales de comunicación entre la Uneac y el Ministerio de Educación. En el diseño de la agenda temática participaron destacados artistas e intelectuales; brillaron los aportes de la doctora Graziella Pogolotti, el investigador y promotor cultural Helmo Hernández y del inolvidable maestro Roberto Fernández Retamar, poeta, ensayista iluminador. Ahora, al evocar, su legado, emerge el martiano vital, pues, precisamente, la comisión extendió profundas miradas al ver en profundidad la importancia de las instituciones educativas en proyectos comunitarios dirigidos por miembros de la Uneac con relevantes trayectorias.

De ningún modo -por casualidad- hubo coincidencias en preocupaciones y añoranzas, entre ellas, situar la educación artística en el centro de la formación en la escuela; lo cual trasciende la enseñanza del arte, incluye el desarrollo de la sensibilidad, el conocimiento y la superación para incentivar posturas críticas en los públicos.

Retamar, fundador de la Uneac, destacó en varias oportunidades: “Se debe enseñar la literatura como las canciones de la Nueva Trova; no como materia (propia del materialismo vulgar) sino como un alma y un deleite”.  Él mismo abrió caminos infinitos de incidencia en el comportamiento social al estimular la narración oral, el gusto estético, la lectura interpretativa.

Admirarlo propicia acercamientos interminables a un legado imperecedero, ser conscientes de la modestia del hombre grande, culto, genial. Confesó: “Me gustaría merecer estos versos de Antonio Machado: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, / pero mi verso brota de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”.

Pensemos, al valorar las dimensiones filosófica y conceptual del arte suele considerarse en primacía el contenido; nunca desestimemos los pasos previos y la dimensión holística del quehacer creativo; propician interiorizar el sentido cultural de obras y de investigaciones.

¿Qué hacer? La clásica pregunta es, en sí misma, otro oportuno desafío. Urge considerar la génesis de ideas hasta concretarlas en resultados artísticos. Ciertamente, las inspiraciones surgidas durante el acto creativo tienen en la base, el oficio, el dominio del tema a tratar, las intuiciones sorprendentes, incluso, a veces, difíciles de explicar.

Ese bregar lleva implícito emociones, impactos de lo cotidiano, la memoria, el presente, las actitudes positivas y los dinámicos de conciencia en devenir perenne.

La sistematización de lo logrado y el avance necesario fortalecen el compromiso revolucionario y la inteligencia de artistas e intelectuales miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba: Aquí estamos unidos en franco combate contra los proyectos subversivos que pretenden dividirnos y la oleada colonizadora global fascista galopante por el mundo.