A propósito de la edición 32 de la Feria Internacional del Libro, el habanero Pabellón Cuba acogió una fructífera experiencia que merece tener continuidad durante el periplo del evento por todo el país
Se sabe, sí, la devoción provocada por el arte y los cúmulos de informaciones motivan diálogos estables con libros, pinturas o reproducciones, músicas, fotos, expresiones estéticas de notable influencia en la voluntad del aprendizaje siempre inspirador, pues funda un espacio propio. Además, propicia aguce de la mirada, regocijos de hallazgos sin límites respecto a uno y otro quehacer creativo.
Dichas provocaciones unieron voluntades en el habanero Pabellón Cuba, una de las más dinámicas subsedes de la edición 32 de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Coincidieron en el atractivo lugar editoriales, proyectos comunitarios, trabajadores por cuenta propia, instructores de arte, docentes, pintores, diseñadores. El oportuno protagonismo de artistas y decisores en beneficio del servicio y de la proyección cultural propició actos participativos, el pleno disfrute del buen vivir de la ciudadanía sin límites de edades o sexos.
Ante diferentes opciones, adolescentes y jóvenes eligieron títulos relacionados con materias del proceso docente, relatos ilustrados sobre la naturaleza, el cuidado de las mascotas. Así lo manifestaron Bella Alexandra Rodríguez y María Karla Hernández, estudiantes de séptimo grado en la Escuela Secundaria Básica “Guerrillero de América”, del municipio Plaza de la Revolución. Les satisfizo la atmósfera del recinto, el ir y venir de amigos, las presentaciones musicales y el acceso a productos realizados por artesanos de buen gusto.
La acción coordinada del sistema institucional permitió romper compartimientos entre las áreas implicadas en el gran espacio del Pabellón. Incluso le resultó útil al librero Joel Castro empeñado en realizar su trabajo de manera cada vez más eficiente. “Las personas intercambian, te preguntan, seleccionan un texto o varios en dependencia del interés y del presupuesto económico individual. Para mí es importante escuchar, observar, influir en quienes no buscan algo específico, pero tienen los deseos de leer buenas novelas, poemas escritos por jóvenes. Tampoco faltan la interesada en el libro de cocina o el ansioso en busca del regalo de cumpleaños para la novia lectora que es muy selectiva”.
Mediante el gesto propositivo hace énfasis en secretos del buen librero. “Debo conocer bien lo que propongo, lo que vendo. Si desconozco autores o autoras, temas, contenidos y formas de abordarlos resulta difícil establecer el diálogo y la propuesta no de la mercancía sino del producto cultural”.
Sin duda, fue un acierto pensar la confluencia de coordenadas educativas, sensibles, en procura de paradigmas para conocernos mejor. Abrió horizontes a nexos entre el esparcimiento, la necesidad insaciable en busca del conocimiento, la promoción de valores técnicos y artísticos indispensables durante el establecimiento de jerarquías simbólicas e identitarias.
Lo percibimos, cautivaron el detalle al revisar las páginas del volumen largamente buscado, ser partícipes de la fiesta en un cálido escenario sonoro y el perfil abierto a la lectura de vivencias usualmente poco exploradas.
Dar este tipo de rienda suelta a la Feria en su periplo por el país será provechoso. Estos tiempos de dinámica mediática exigen buscar formas novedosas de representaciones dialógicas entre las razones de la mente, los deseos de aprehender lo valedero, alegrar el alma y alimentar la sabiduría sin cauces estrechos en perenne vigila por el bien de la sociedad cubana.
CRÉDITOS
Fotos. / Yasset Llerena
