El conjunto desplegado hasta el próximo febrero en el Museo Nacional de San Carlos, en la capitalina Ciudad de México, aborda ideales de belleza e interacción social vigentes en diversos siglos
De las obras de arte deleitan su equilibrio, sobrecogen sus denuncias, asombran los múltiples recursos técnicos y estilísticos empleados por los autores. De la moda atraen las combinaciones de colores, las mezclas y aprovechamiento de los tejidos, las osadías y excentricidades de los diseñadores. Pero, sobre todo, ambas expresan de manera directa, o reflejan indirectamente, la época en la cual surgen.
Por ello, la muestra Representaciones femeninas en transformación, que exhibe hasta mediados del próximo febrero el Museo Nacional de San Carlos no solo nos brinda un recorrido por los cánones de belleza en torno al cuerpo de la mujer (a partir de perspectivas masculinas), cambiantes con el paso de los siglos; además, sugiere acercarnos al contexto en que tales mudanzas tuvieron lugar. Por ejemplo, la corriente simbolista, obsesionada por la imagen de la femme fatal; las campañas feministas del período decimonónico, en contra de usar corset; la belle époque, a finales de esa etapa e inicios de la centuria siguiente; los vanguardistas años 20, posteriores a la Primera Guerra Mundial; el movimiento de liberación sexual acaecido cuatro décadas más tarde.
Al decir de Dolores Martínez, subdirectora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, una de las entidades auspiciadoras de la exposición, esta nos “invita a reflexionar sobre la compleja relación entre la representación de la belleza femenina y el deber ser sociocultural que rigió […] desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX”.
Los curadores de la exposición se propusieron imbricar obras de arte, gráfica y publicidad. En consecuencia, el conjunto, distribuido en cuatro salones, incluye alrededor de 150 piezas y está compuesto por óleos, grabados, fotografías, vestidos, revistas, muñecas Barbie con disímiles atuendos y objetos asociados al acicalamiento. Asimismo, el cuarto espacio, titulado La mujer se libera, proyecta fragmentos de películas concebidas en la década de los 60, que son alusivas al arquetipo de nueva Eva, fortalecido en lo adelante.
Un desnudo atribuido al taller de Rubens (siglo XVII); la Odalisca (1837), de Henri Decaisne; Entre dos luces (1907), de Pierre Ribera; y obras de otros creadores europeos y mexicanos, como Joaquín Sorolla, Carlos Vázquez Ubeda, Jorge González Camarena, Ángel Zárraga, Raúl Anguiano, son algunas de las escalas en ese trayecto donde emergen las protagonistas en distintos ámbitos.
Así vemos a la hembra sensual, tentadora; a doncellas melancólicas y etéreas; a muchachas felices, rodeadas de flores; a damas encorsetadas, enhiestas; a señoritas que conversan o leen cartas amparadas por los muros hogareños, sometidas al estatus patriarcal. Y finalmente a mujeres empeñadas en conquistar el espacio público, con faldas cortas, piernas descubiertas sobre tacones, pasos firmes, gestos propiciadores de la admiración masculina, sin supeditar a ella la consciencia de su valía como personas.
Lástima no poder desplegar aquí el catálogo completo de Representaciones femeninas en transformación. Sin embargo, las imágenes escogidas pueden darnos una idea de lo exhibido. Tal vez, incluso, nos induzcan a cumplir con un deseo de los organizadores: hacernos pensar también en el presente y el futuro de esa mitad de la humanidad tantas veces postergada.
