La aparición del arte nacional no puede interpretarse solo como el resultado de la obra de los creadores, sino igualmente de la interrelación dialéctica con las mayorías. Este ha sido, sin duda, un precepto esencial del festival que, a pesar de las manipulaciones mediáticas y la guerra cultural de símbolos contra Cuba, reunió en La Habana a renombradas figuras y participantes de varias generaciones, interesados en la música, la moda, la gastronomía.

Son conocidos los estudios sobre las diversas formas del quehacer popular realizados por el etnólogo Fernando Ortiz, quien por vez primera planteó entre nosotros una importante propiedad de lo nuestro, llamada transculturación. El término le sirvió para explicar el contacto, el choque, la interacción de las culturas, las cuales confluyeron en esta tierra debido a la colonización y dieron lugar a la transformación formativa de lo genuinamente cubano.

A redescubrir tal sentido estuvo orientado el concurso de interpretación del Festival Internacional San Remo Music Awards Cuba 2022, pues constituye el “plato fuerte” de la convocatoria a celebrar los lazos culturales entre Italia y la nación antillana. Tengamos presente que el sentido pertenece a la productividad afectiva e intelectiva de los múltiples agentes participantes en la comunicación social que reconocemos en el arte.

Dieciséis jóvenes procedentes de nueve provincias llegaron a la Sala Avellaneda del habanero Teatro Nacional para defender el repertorio de destacados compositores de la música contemporánea en Cuba. Este momento cumbre estuvo precedido por un arduo proceso creativo que consistió, además de elegir a los intérpretes, en buscar diversidad de estilos, estéticas, timbres e incluso desplazamientos escénicos.

Al parecer, no basta una voz educada, agradable, la personalidad al defender un tema u otro influyeron en la decisión de nombrar a los finalistas del certamen. La responsabilidad de evaluar a los competidores recayó en destacados músicos: David Torrens, Haila María Mompié, Waldo Mendoza, Jorge Luis Robaina y Joaquín Betancourt.

Difícil reto, en el que influyeron también la preparación de los concursantes y las soluciones personales dadas al asumir canciones que recrearon el amor, la desesperanza, la nostalgia, disímiles motivaciones humanas.

Hubo en el escenario entregas plenas y la elocuencia de interrelaciones que pueden resumirse en la asimilación, por parte de varias individualidades, de los valores armónicos, melódicos y las maneras de ejecución.

El temperamento de Rosalía Gómez cautivó al recrear Quiéreme y verás, de José Antonio Méndez. Incluso la orquestación vistió de una manera original ese texto de valor patrimonial, el cual lleva en sí la riqueza de un compositor inolvidable, referente para los más jóvenes.

Por su parte, Ana Mariam desbordó pasión en Sálvame y Aníbal Ramos también recurrió a José Antonio Méndez al elegir Mi mejor canción, pieza de notable compromiso y belleza.

Voz potente y pasión interpretativa aportó Saeed Mohamed, cubano de pura cepa, y el dúo Iris trajo la sensibilidad que los caracteriza al compartir una pléyade de emociones.

Otro acierto de vuelo poético fue la actuación de las compañías de danza Vendarte y Revolution. Desde sus particulares maneras de hacer exploraron diversidad de géneros musicales, entre ellos el mambo.

Se cumplió así lo anhelado por Jorge Luis Robaina, director artístico general del encuentro: “El pueblo de Cuba merece degustar este tipo de espectáculos. Agradecemos el apoyo de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) y su agencia de representación artística Musicuba en estrecha relación con el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música y otras instituciones”.

En tanto ventana abierta hacia un mayor número de personas, las galas fueron transmitidas por el Canal Clave de la televisión cubana, desde donde llegaron a todo el país los homenajes a Laura Pausini, Eros Ramazzotti y la diva Raffaella Carrá.

Por supuesto, no faltó el tributo al maestro Adalberto Álvarez y a su defensa del son, expresión cultural con una marcada función social, género músico-danzario reconocido por las comunidades, grupos e individuos como parte de espacios comunitarios que trascienden la propia manifestación. De ahí que se declarara Patrimonio Cultural de la Nación en el año 2012 en reconocimiento a sus raigambres, que trascienden el tiempo y el espacio.

Para el gran festejo los organizadores de San Remo incluyeron galas, desfile de modas, encuentros culinarios, la tercera edición del Encuentro de Mujeres Empresarias y el despliegue de numerosas iniciativas en la Avenida Italia (Galiano), sitio elegido para ofrecer una expo-venta de productos culturales y grandes conciertos.

Ningún pretexto malsano foráneo impidió el abrazo solidario, la alegría, la capacidad de desplegar emociones revisitadas por el pueblo, la colaboración entre artistas de dos naciones interesadas en la defensa de la idiosincrasia y los valores legítimos.