La semana pasada la oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, entregó a la Casa Blanca un documento en el que plantea sus condiciones para un alto al fuego. Mientras tanto, la resistencia palestina y libanesa no da tregua

En lo que el mundo espera ocurra una confrontación directa entre la República Islámica de Irán e Israel, en Oriente Medio suceden cosas interesantes demostrativas de la vulnerabilidad sionista. Sin restarle importancia a su política agresiva a diestra y siniestra, incluso irrespetando a las instancias de la ONU dentro de Gaza y en el Líbano, es preciso voltear la mirada a sus propios medios noticiosos. El diario Haaretz comenta como la “continuación de los combates en el campamento de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza, demostró la exageración en las alegaciones israelíes sobre la victoria contra el movimiento de resistencia palestino Hamás”.

Esta comentarista ha planteado en más de una ocasión que el pueblo palestino nunca dejará de luchar con las armas, y a través de todas las vías posibles, mientras exista la ocupación de su tierra, y se vulnere el preciado y mayor derecho, el de la vida. También desde BOHEMIA hemos llamado a un acompañamiento abierto y público de los gobiernos árabes para con las diferentes modalidades de entereza. Es necesario se abran muchos frentes internacionales a favor de Palestina, y ahora también del Líbano.

Volvamos a la publicación israelí. Este 21 de octubre 2024 comenta que debido a los reiterados ataques de la resistencia libanesa Hezbollah contra objetivos sionistas dentro de Gaza, una perspectiva clara de alto el fuego es imposible, lo cual coloca toda la responsabilidad en los árabes. A ello nosotros ripostamos lo siguiente: Israel es el único responsable de tanta beligerancia. En sus manos manchadas de sangre desde 1948, recae toda la solución, aunque aquí debemos introducir un matiz, pues estos medios nombran a las fuerzas locales como “resistencia”, esto es muy sintomático y denota cambio de opinión.

De momento, sin embargo, es difícil avizorar un horizonte de paz: el real propósito de Tel Aviv, es (ha sido) aniquilar a los palestinos y en su fundacional proyecto colonial; dominar la región levantina, pretendiendo erigirse en ente geopolítico, algo alejado del entorno histórico; ese peso recae en Irán. Israel es en el Levante solo el actor proxy estadounidense y occidental.

Y continúa Haaretz: “una visita al cuartel de una de las brigadas israelíes en el sur de Líbano, no muy lejos de la frontera, mostró un panorama complejo”. Los drones de Hezbollah quitan el sueño a los responsables de la defensa antiaérea, informó otro de sus medios, Israel Hayom. Asimismo, Yedioth Ahronoth se refirió a los constantes enfrentamientos en la zona norte, evidenciando la toma de conciencia en el ejército israelí acerca de “la estricta disciplina militar y la jerarquía rigurosa de la resistencia libanesa”. Y aunque es muy improbable una insubordinación dentro de las tropas sionistas, raigalmente antiárabe, palestina y persa, es bueno que sientan la insurgencia popular. Entonces, quizás, en el mediano plazo, la sociedad israelí se decante hacia un entendimiento duradero, pero la condición necesaria deberá ser siempre la renuncia a los planes usurpadores.

En la actualidad esa es una aspiración distante, empezando porque los Estados Unidos siguen con el suministro de armas y apoyo militar, como por ejemplo, el reciente envío a Israel del sistema antimisiles THAAD. El mismísimo secretario norteamericano de Defensa, Lloyd Austin, hizo el anuncio a bombo y platillo. Junto a la técnica irá al menos una brigada estadounidense para el adiestramiento de sus homólogos israelíes. ¿Cómo es posible si el todavía presidente imperial Joe Biden y Netanyahu están enfrentados?, inquirirá usted.

Nada, son apariencias de cara a las elecciones de noviembre por la Casa Blanca. Al terreno bélico continúan llegando las armas “made in usa”, utilizadas sistemáticamente contra niños palestinos y libaneses. Este argumento puede sonar manipulador de las emociones; no obstante, es la cruda realidad de un largo genocidio. ¿Seguirá la connivencia imperialista?, seguro. La coartada se la proporcionan los dominantes medios de comunicación al seguir calificando a las resistencias libanesa y palestina de terroristas, obviando el terrorismo de Estado de Israel.