La escasa bibliografía sobre un medio de comunicación que seduce a las mayorías impide el conocimiento de experiencias, saberes, valoraciones indispensables para lograr una empatía con especialidades de notable trascendencia social y cultural.

Este título de 228 páginas contribuye a romper ese silencio, incluye entrevistas a personalidades y artículos sobre el guion, la locución, aspectos referidos al autocontrol y la calidad, entre otros asuntos de interés.

Sentir la radio, publicado por ediciones ENVIVO del ICRT, es altamente revelador de datos e informaciones no divulgadas, por ejemplo, las vivencias de Jesús Orta Ruíz, el Indio Naborí, quien comenzó como trovador en el programa La Corte Guajira del Arte. Según contó: “a los improvisadores nos ponían un pie forzado y el público decidía el mejor. Triunfé”. Entonces tenía 17 años. Más tarde pudo trabajar en las principales radioemisoras de Cuba.

El autor del volumen, Roberto Rodríguez Menéndez, dialogó de forma amena, directa, con 15 entrevistados que tuvieron repercusión en su vida personal y revelaron momentos de extraordinaria sensibilidad artística.

“Cada uno de los convocados a esa suerte entrañable de la confesión tuvo para mí el disfrute de descubrir la palabra conmovedora que todo lo dice y lo calla, la amistad en la entrega de lo que necesariamente debe perdurar. Todos, en su justa medida, han enriquecido los caminos de la radio en Cuba”, comentó.

De esto dan fe las fascinantes vivencias, la expresividad, la calidez, el compromiso de nombres esenciales de la cultura nacional: Santiago Álvarez, Esther Borja, Eduardo Robreño, Cuca Rivero, Manolo Ortega, Gerardo Fernández, Celima Bernal, José Antonio Rodríguez, Dora Alonso, José Ramón Marcos, Imeldo Álvarez, Andrea Esteban, Ángel Pérez Herreros y Julio Alberto Casanova.

Sumamente esclarecedor, emotivo es el texto “La radio: un asunto de corazón”, uno de los capítulos del libro. Rodríguez Menéndez recuerda: “Lo ocurrido en las primeras décadas transcurridas después de asumir el poder la Revolución Cubana significó, en no pocos casos, el cambio necesario –a través de un parto doloroso– para emprender caminos imprescindibles en la búsqueda de una adecuada programación que recreara, en el más amplio sentido, a la audiencia radial, la elevara a potencialidades culturales más definidas y auténticas, sin desdeñar lo mejor de la radio cubana de todos los tiempos”.

Infinitas pasiones desgrana en cada línea en las que evoca a Félix Pita Rodríguez. “Siempre le escuché hablar con devoción y deleite de este medio de trabajo cultural. Incluso, en una ocasión […] me dijo: ‘La radio, como el periodismo, nutre, afila al escritor que publica’”.

Es preciso leer detenidamente este texto pleno de referencias, memorias. Aunque quizás faltaron las fotos de protagonistas inolvidables, queridos.

De ellos formó parte el primer actor José Antonio Rodríguez, quien aseguró que la radio ha tomado elementos del teatro. “Necesitamos tener calientes todas las capacidades de sonoridad de la voz […] es imposible decir: voy a hacer un personaje con esta voz. Se trata de que tengas más sensaciones que conciencia, que toda la vibración que te produce la caja, la cavidad sonora, que es el rostro mismo, te ayude un poco a crear tu personaje y a creer en él, y en la atmósfera que puedes crear contigo mismo”.

Tampoco escapan estas historias de vida a la consulta que nos nutre, enaltece el espíritu. Solo nos resta sintonizar el programa preferido para ser parte de una aventura única, diferente cada vez.